martes, 29 de abril de 2008

Las armas y el calor

Inmersos en la profunda primavera, poco a poco se van acercando los días de sol, calor y, con ellos, las temperaturas elevadas, algo que puede influir notablemente sobre el estado de nuestra arma.

Esta semana les aconsejamos como deben conservar su herramienta de trabajo durante los próximos meses, para evitar tanto su deterioro como un posible accidente a causa de ello.

No obstante, este sencillo procedimiento no excluye de su cumplimiento a los cazadores del norte (donde la climatología es mucho más benévola) ni a los que sólo practican batidas (en otoño e invierno), pues cualquier ambiente demasiado cálido alrededor del arma, aunque estemos en diciembre, también puede resultar fatal.

El mito de que el calor es beneficioso para la pólvora parte de que antiguamente se empleaba la denominada “pólvora negra”, cuyos componentes atraían la humedad. Lógicamente, el hecho de ponerla al sol la secaba y optimizaba su rendimiento.

Pero la pólvora que se utiliza hoy en día (“pólvora sin humo”), está basada en otros ingredientes y en el principio de combustión de la materia. Mientras la pólvora antigua era un explosivo, la actual genera unos gases que hacen subir la presión. En función de los niveles que alcance ésta, la bala saldrá disparada a mayor o menor velocidad.

Por ello, es importante conservar en su temperatura justa nuestra arma y nuestra pólvora. Si están sometidas a demasiado calor se producirá un aumento de la presión y también de la velocidad, con lo que variará el punto de impacto. En el peor de los casos, y más si hablamos de armas de fogueo (perdigones), las balas pueden deformarse y nuestra herramienta reventar.

¿Qué podemos hacer para evitarlo? En primer lugar, conservar el arma en un lugar fresco y seco, a imagen y semejanza de muchos alimentos. Algunos cazadores optan por guardarla en una pequeña nevera que mantiene una temperatura entre 20 y 25 grados. Pero obviamente, lo principal es no dejarlas almacenadas en sitios con facilidad para ganar temperatura, como un maletero o una guantera.

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