martes, 22 de abril de 2008

¡Es una salvajada!

Desde hace una semana en Canadá se ha abierto la época de caza de focas arpa. Se calcula que unos 275.000 ejemplares de esta especie serán asesinadas y despellejadas vivas en las aguas canadienses ante la oposición de multitud de organizaciones a favor de los derechos animales que consideran la matanza como "inhumana". Muchas de estas asociaciones luchan desde hace tiempo por evitar este hobby que tienen algunos cazadores para pasar su tiempo libre.

Este año, el Gobierno canadiense ha puesto en vigor una nueva normativa para asegurarse de que los animales no sean despellejados vivos, como acusan algunas organizaciones como el Fondo Internacional para el Bienestar Animal (IFAW) o la Sociedad Protectora de Animales de Estados Unidos. Aún así, las críticas no dejan de arreciar y, por ejemplo, la Unión Europea estudia prohibir la importación de productos derivados de la caza comercial de focas, lo que podría causar graves problemas al sector.

Un estudio publicado por científicos europeos concluyó que hay formas de evitar el sufrimiento, pero en la práctica no siempre se aplican y esos animales mueren de forma lenta y agónica. Se recomienda a los cazadores que corten la yugular de los animales si no están seguros de que las focas están muertas antes de despellejarlas. Con este procedimiento, criticado también, se evitaría la agonía de estos animales.

Es tremendamente duro saber como algunos cazadores matan a bebés de foca a partir de los trece días de edad, se les despelleja (sin que algunos de ellos mueran), se recoge la piel y se desprenden de la carne sin ningún tipo de remordimiento.

Acciones con una repercusión tan global como ésta desprestigian, con razón, la práctica de la caza, cuando en realidad estamos ante asesinos que vulneran sistemáticamente las leyes y el código ético del cazador. Todo practicante de la cinegética debe tener muy claro dónde se encuentran los límites, pues no es el ensañamiento y la crueldad el fin de este deporte. La muerte del animal debe darse siempre en unas condiciones de dignidad, y por supuesto nunca deben exterminarse crías que pongan en peligro la supervivencia de la especie.

Ni siquiera argumentos como los del ejecutivo canadiense sirven para justificar la masacre anual de miles de bebés foca. Supuestamente, estos animales devoran los bancos de bacalao y lo ponen en peligro, pero las organizaciones aseguran que esta justificación es totalmente falsa porque el bacalao constituye únicamente el 3 %de la alimentación de las focas. Increíble, pero cierto.

Como dato curioso para terminar, decir que en la actualidad hay 5000 cazadores en el país norteamericano que viven de la pesca y que se aprovechan de su temporada baja para matar focas y llevarse 1.500 € de sobresueldo, lo que supone el 2 % de sus ingresos anuales, según datos oficiales. ¿Qué es esto? ¿Hasta donde vamos a llegar? ¿Merece la pena poner en evidencia a todo un colectivo por una barbarie que somos los primeros en reconocer y denunciar?

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy buen trabajo. Sólo os puedo señalar que pongáis algunos recursos multimedia más.

Anónimo dijo...

Espero que la Unión Europea lleve adelante la idea de no importar productos derivados. Si no lo hiciese, continuaría siendo cómplice de esta atrocidad.

Anónimo dijo...

Cada día me sorprendo más. ¿Cómo pueden ocurrir cosas como estas? Me alegro mucho de que denuncies el tema.
No obstante, considero que es una muestra más de la crueldad de los cazadores.

Cazador dijo...

Hemos dejado clara nuestra opinión en el post principal: la caza de focas nos parece una auténtica barbaridad. Pero pensamos que esta actividad está directamente relacionada con el negocio y el comercio y no guarda el verdadero espíritu de la caza. Seguro que la mayoría de cazadores se indigna ante casos como este, porque uno de los principios más importantes de la actividad cinegética es evitar el sufrimiento a los animales.